Algo sucede con esta pregunta ya que nos obliga a detenernos y generar un espacio de encuentro.
No es posible acercarse a esta dimensión desde la frivolidad y el morbo.
Siempre hay algún momento de la vida que nos obliga a detenernos dentro de la corriente, alzar la cabeza y mirar la vida de otra manera.
Somos algo más que “una cosa material”.
Existimos buscando el sentido de la vida, o bien, matando el tiempo para morir sin haber construido ningún significado.
No nos gusta la idea de la muerte y de no ser nada.
Alguna “voz” parece decirnos que no da lo mismo “matar el tiempo” que vivir conscientemente en camino de nuestro destino”.
Estas frases son siete “ondas” para responder a la pregunta, y, claro, “en buena” (onda).
En la adolescencia y juventud esta es una posibilidad de ocupar el tiempo, tan importante y significativa como cultivar amistades o dedicarte a algo que llama poderosamente la atención. Es que al crecer, vamos descubriendo nuestras capacidades y poniéndolas a prueba. Aquí lo importante es descubrir en nuestras experiencias esa dimensión de lo absoluto en la que toda nuestra persona está interpelada o involucrada. Se le llama “dimensión religiosa espiritual” o incluso desde una perspectiva no religiosa, se le puede denominar “la cuestión vocacional”.
La vocación: (vocare, llamada).
Este término ya indica que hay una voz que habla y un oído que escucha. Ambos, voz y oído, expresan algo muy íntimo de cada persona. Su dimensión espiritual. Trataré de explicar:
La voz puede ser un pensamiento que brota como reacción a un hecho que nos ha llamado profundamente la atención, por tanto también aquí incluimos “la mirada”, la forma de ver nuestras realidades y la capacidad que tengamos para dejarnos impresionar por eso que vemos.
En el lenguaje bíblico de los profetas y también en Jesús, podemos captar cómo se refiere a “sanar a los ciegos“, (Jn, 8, 39-41), y también, la voz potente de Dios cuando se expresa en la resurrección de Lázaro. “Lázaro, sal fuera”. (Jn 11, 41-44).
De ahí que en sentido religioso, se habla de la “Palabra” dirigida a un pueblo que “escucha” y guarda las palabras “en su corazón”. Toda la ley de Moisés que vimos en un tema anterior viene precedida de una sola palabra: ¡Shemá, Israel!, que quiere decir, “Escucha Israel”. Y toda la ley, desde el 1º al último mandamiento, contiene una promesa de Dios: “Haz esto y vivirás”.
Por eso, en sentido religioso es fundamental aquélla instancia en que los hombres y mujeres se reúnen a escuchar y meditar en la Palabra de Dios, y esto es, ya lo hemos visto más de una vez: La liturgia. Y la liturgia tiene siempre “un motor interno” en cada persona, la oración. Y en la oración se habla y se escucha, tanto por parte del hombre, como por parte de Dios. Pero dejemos esto hasta aquí y volvamos al núcleo del concepto vocacional.
Para entrar en el proceso de la vocación ya sabemos que tienen que darse estas dos partes: “La voz que habla” y el “oído que escucha”. Pero, ¿Cómo puedo yo entender eso que me habla cuando también hay multitud de voces que están diciendo cosas de todo tipo y en todos los tonos? La respuesta viene de nuestra propia experiencia, cuando comenzamos a darnos cuenta de lo que significaba cada palabra que oímos con atención y luego de repetirse una y otra vez aprendimos a “confiar” en las palabras y también a cometer errores como por ejemplo, que se puede, pero no se debe mentir ni engañar con las palabras. A todo este proceso lo llamamos “el descubrimiento”. Descubrir, aprender a distinguir cuando una palabra nos llega al corazón y comenzamos a escucharla con ecos que permanece en el tiempo. Descubrir, además, porque aquí aparece un valor necesario y absoluto, que se asocia a la esencia de nuestra vocación: La verdad. Los antiguos filósofos definían la “verdad” como algo que “aparece” al quitar los velos que la cubren, que la tenían fuera de nuestra mirada.
Entonces, resumiendo, todos pasamos por un proceso de descubrimiento vocacional que nos permite “ver” cuál sería el camino correcto o verdadero”, el que digamos de paso, nos conduce a la felicidad.
Sin embargo, es preciso ir un poco más allá: El “descubrimiento” es algo íntimo y personal. ¿Pero cómo llegamos a enterarnos, por ejemplo que, el servir al prójimo es un gran bien para nosotros? ¿Sería eso posible sin haberlo experimentado? ¿Y lo habríamos experimentado sin el concurso de nuestra voluntad (buena o mala) atenta a los que estábamos viviendo?
Entonces, aquí llegamos a otra palabra clave: “La “libertad”, para actuar en conciencia. Esta palabra se vincula con otra, que viene como consecuencia inmediata, “la responsabilidad” – de acuerdo a todo lo dicho hasta aquí - como un “responder”, en este diálogo vocacional interno.
Entre “libertad” y “responsabilidad” ambas dialogan y trabajan unidas dentro de nosotros para abrir el camino de la vocación y dar forma al proyecto de vida. La libertad necesita ser educada, cultivada, para que aprendamos a elegir lo mejor, para anticipar las consecuencias de nuestras acciones y evaluar los riesgos antes de cometerlas.
De tal forma que, además del descubrimiento y con él, mientras vamos aprendiendo a ser libres y a conocer nuestras fortalezas y debilidades, (el potencial a desarrollar) nos encontramos con el “discernimiento”.
Discernir es examinar las posibilidades de una acción en sus motivaciones y en sus consecuencias. Esto es. ¿Qué me impulsa a reaccionar a favor en contra de algo? Y, ¿de qué manera esa misma acción se justifica? ¿Puedo escoger algo que sea incluso mejor de lo que se propone? ¿Qué consecuencias tiene para mí el negarme a algo? ¿o el hacerlo contra mi voluntad?
Ahora, vamos a conversar con estas preguntas para profundizar en los conceptos de espiritualidad, y su aporte a la cultura y referido a las actividades claves por las que se expresa.
Preguntas esenciales
• ¿Qué cualidades humanas se originan principalmente de su espiritualidad?
• ¿Cómo se relaciona la dimensión espiritual con la construcción de un modelo de sociedad?
• ¿Por qué es importante promover el servicio como un valor a tener presente en la convivencia social?
La próxima clase profundizaremos el mismo tema aplicando estos conceptos en algún relato vocacional y también analizando una canción de liturgia cristiana.
Comenzaremos revisando las respuestas que hayan anotado frente a las tres preguntas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario